Adolescentes, acné y jabón común: ¿estás cuidando bien tu piel?

Lavarse la cara con cualquier jabón puede empeorar el acné. Conocé qué productos usar, cómo usarlos y por qué conviene consultar a un profesional.

Adolescentes, acné y jabón común: ¿estás cuidando bien tu piel?


Por Dra. María Cecilia Rea - Pediatra y especialista en Cuidados Paliativos Infantiles (MP 9087)

¿Qué pasa con la piel durante la adolescencia?

En la adolescencia, al activarse las hormonas del crecimiento y las sexuales, la piel cambia. Se vuelve más grasa, una característica común a todos los adolescentes. Esa grasitud facilita la formación de comedones (los conocidos “puntos negros”), que muchas veces evolucionan hacia lesiones inflamadas: lo que se conoce como acné.

Estas lesiones aparecen en la cara, pero también pueden afectar la espalda o el escote. La severidad varía en cada persona, pero siempre es importante prestar atención y acompañar.


¿Sirve el jabón común para lavarse la cara?

Muchos adolescentes —y adultos también— usan el mismo jabón para el cuerpo en la cara. Pero hay algo clave que tenemos que entender: la piel del rostro es diferente. Es más expuesta, más sensible y necesita cuidados especiales. Además, los jabones comunes tienen un pH diferente y componentes que pueden irritar la piel o secarla en exceso.

Lo que se recomienda es usar productos específicos para la higiene facial: jabones suaves, dermatológicamente testeados, que respeten el equilibrio de la piel y estén formulados para pieles con tendencia acneica.


¿Qué pasa si se limpia demasiado o con productos inadecuados?

Muchas veces creemos que “cuanto más limpio, mejor”. Pero eso no se aplica así en dermatología. El exceso de higiene o el uso de productos agresivos puede alterar la barrera cutánea, arrastrar la capa grasa natural que actúa como defensa y desequilibrar los microorganismos buenos que habitan nuestra piel.


¿El resultado? Más irritación, más inflamación… y, a veces, más granos.


¿Qué productos sí se recomiendan?

Lo ideal es usar limpiadores específicos para el rostro, adecuados para piel grasa o con acné. Las opciones más utilizadas incluyen:

  • Jabones suaves con pH neutro, sin perfumes ni alcohol.
  • Aguas micelares para remover sebo y restos de protector solar.
  • Geles con ácido salicílico o ingredientes con acción antibacteriana.
  • Tratamientos tópicos como peróxido de benzoilo, adapaleno o clindamicina (bajo indicación médica).


La rutina de cuidado debe incluir lavado a la mañana y a la noche, siempre secando sin frotar, apoyando suavemente la toalla. Y no olvidar: uso diario de protector solar, ya que muchos productos para el acné aumentan la sensibilidad al sol.


¿Cuándo consultar a un profesional?

Siempre es mejor contar con la orientación del pediatra o dermatólogo. Pero especialmente si:


  • El acné es inflamatorio, doloroso o deja marcas.
  • Hay granos grandes en la espalda o pecho.
  • Se probaron productos sin buenos resultados.
  • Se evalúa iniciar tratamientos más complejos, como isotretinoína (Rakuten).


El dermatólogo indicará qué usar, en qué dosis, por cuánto tiempo y adaptará la recomendación a la piel y a la realidad económica de cada familia.

Un mensaje para familias y adolescentes

Cuidar la piel también es salud. Así como enseñamos a lavarnos las manos o los dientes, cuidar el rostro con una rutina adecuada también es parte del cuidado personal. Y ese cuidado debe estar guiado por profesionales, que no solo saben qué recomendar, sino que también nos ayudan a evitar productos ineficaces o costosos que no son adecuados.

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