Prevención del suicidio en pediatría: señales de alerta que todos debemos conocer
Septiembre es el mes para la prevención del suicidio. En pediatría también debemos reconocer señales y actuar para proteger a niños y adolescentes.
Por Dra. María Cecilia Rea - Pediatra y especialista en Cuidados Paliativos Infantiles (MP 9087)
Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio y todo el mes de septiembre está dedicado a concientizar sobre este tema. Aunque hablar de suicidio resulta doloroso, también en la pediatría es necesario hacerlo: los niños y adolescentes no están exentos de sufrir depresión ni de tener ideas suicidas. La única forma de acompañarlos y protegerlos es visibilizando la problemática.
La adolescencia es una etapa de intensos cambios emocionales y conductuales. Allí suelen aparecer las primeras señales de riesgo. Uno de los errores más comunes es pensar que un adolescente alegre o con vida social activa está a salvo. La realidad demuestra que las ideas suicidas no siempre son evidentes.
Muchas veces se relacionan con cuadros depresivos o con la impulsividad propia de la edad. Esto puede expresarse en intentos de cortes en la piel, intoxicaciones con pastillas o conductas riesgosas, que funcionan como pedidos de ayuda y, en ocasiones, como intentos reales de quitarse la vida.
Reconocer las señales de alarma es clave para prevenir: el aislamiento social, la pérdida de interés en actividades habituales, los cambios en el apetito o el sueño, y expresiones como “nadie me quiere” o “el mundo estaría mejor sin mí”. A esto se suman las conductas de autolesión, como cortes repetidos en la piel. Aunque algunas actitudes puedan confundirse con “cosas de la edad”, detrás siempre hay sufrimiento real que merece atención médica y contención familiar.
Entre los principales factores de riesgo se encuentran un entorno familiar poco contenedor, el bullying, las modas peligrosas en redes sociales y, en algunos casos, el consumo de sustancias. La adolescencia, con su revolución psicoemocional y hormonal, puede convertirse en terreno fértil para que estos factores externos aumenten el riesgo de suicidio.
También existen factores protectores que reducen significativamente el riesgo: una familia presente, cariñosa y comunicativa; grupos de pertenencia saludables como amigos, deportes, arte o comunidad religiosa; y la sensación de propósito y utilidad en la vida cotidiana. Un adolescente que se siente acompañado, escuchado y valorado tiene menos probabilidad de llegar a una situación límite.
El rol de la familia, la escuela y el pediatra es fundamental. Quien detecte una señal de alarma —un amigo, un docente o un profesional de la salud— debe tender una mano y activar las alertas. Muchas veces, la propia familia tarda en reconocer la situación, ya sea por dolor, negación o falta de herramientas. En este sentido, los pediatras tenemos la obligación de orientar y derivar tempranamente a equipos de salud mental. Psicólogos y psiquiatras cumplen un papel central, tanto en la urgencia como en el seguimiento a largo plazo.
En Argentina existe una deuda pendiente con la salud mental infantil: hay falta de profesionales, dificultades para acceder a turnos y tratamientos incompletos. En provincias como Tucumán, el acceso a la atención de salud mental pediátrica es aún más limitado, lo que genera mayor riesgo en adolescentes vulnerables.
Frente a esta realidad, la mejor herramienta sigue siendo la prevención desde el hogar: fomentar la comunicación desde la infancia, promover espacios de diálogo en la mesa familiar, poner límites claros y brindar siempre una escucha comprensiva. Y ante cualquier duda, la consulta con el pediatra puede ser el primer paso para activar los recursos necesarios y derivar a salud mental.
La prevención del suicidio en pediatría es posible. Reconocer señales, hablar con la verdad, escuchar sin minimizar y activar redes de apoyo puede salvar vidas. Ningún niño o adolescente debe enfrentar su sufrimiento en soledad: la familia, la escuela y el pediatra cumplen un papel esencial en este camino.
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